¿ Desvelado el misterio del roble canario ?

De todas las especies del género Quercus presentes en la Península Ibérica, es sin lugar a dudas el quejigo andaluz (Quercus canariensis) la menos conocida de todas. Esto se debe, claro está, a que tiene un área de distribución muy reducida en la Penísnula Ibérica, que es un fiel reflejo de sus muy particulares exigencias ecológicas. Se trata, en efecto, de una especie termófila e higrófila, la más exigente en humedad de todas las especies del género Quercus presentes en la Península Ibérica.

- Temperaturas medias en agosto: 20 a 24ºC
- Temperaturas medias en enero: 0 a 12 ºC
- Precipitaciones: > 800 mm, con aridez veraniega limitada.
- Substrato:  suelos profundos, frescos y fértiles, desarrollados sobre terrenos silíceos.


En la Península Ibérica son pocos y muy reducidos los lugares que reúnen tales condiciones (umbrías frescas y márgenes de arroyos) pero en las montañas de gran pluviometría del N de África (Marruecos), el quejigo andaluz llega a constituir extensos bosques.




Hoja del quejigo andaluz, Real Jardín Botánico de Madrid / Fotografía: Adrián Rodríguez / Licencia: Dominio Público


El quejigo andaluz es un árbol que en condiciones favorables puede alcanzar una altura de hasta 30 m. Un pedazo de roble que poco tiene que envidiar a sus primos norteños.

Sus hojas, subcoriáceas, son relativamente grandes (hasta 20 cm de longitud) y tienen un margen sinuado-crenado a lobulado, con un elevado número de nervios secundarios (12-15). Se suele considerar al quejijo andaluz una especie marcescente pero lo cierto es que las hojas pueden aguantar más de un ciclo estacional, tal como he podido comprobar este invierno en el Real Jardín Botánico de Madrid (ver fotografía anterior, tomada a finales de enero).

El área de distribución del quejigo andaluz coincide con la de varias especies consideradas supervivientes de las laurisilvas terciarias como es el caso, por ejemplo, del ojaranzo (Rhododendron ponticum), que crece junto al quejigo andaluz en los canutos de las serranías gaditanas. Esta coincidencia no es casual, siendo igualmente el quejigo andaluz una especie relictual, que tuvo en el terciario un área de repartición mucho más extensa. Indicio de su otrora mucho más extensa área de repartición, presenta hoy en día una distribución muy fragmentada, con núcleos de población en el SO de la Península y en Cataluña, donde se encuentra muy hibridado con las demás especies de robles presentes en esa región.


Siendo el quejigo andaluz una especie con clarísimas afinidades ecológicas con especies de la laurisilva, cabe ahora hacerse la pregunta que a todos nos sugiere el nombre científico de esta especie: ¿ porqué escogió ese nombre de especie (canariensis) el autor que la describió para la ciencia ? Se suele atribuir casi unanimamente a un error de etiquetado en el herbario en el que se depositó el ejemplar en el que se basa su descripción. Existe, en efecto, un consenso casi general en considerar que esta especie nunca estuvo presente en las Islas Canarias. De hecho, resulta muy difícil explicar cómo esta especie habría podido llegar hasta las canarias, visto su modo de propagación. La mayoría de las especies de la laurisilva, en efecto, son especies que producen frutos carnosos cuyas semillas son fácilmente transportadas por las aves tras ser ingeridos los frutos. Las bellotas, en cambio, no viajan tan fácilmente...




Aún así, no cabe duda de que esta especie encontraría unas óptimas condicines de desarrollo en muchos puntos de las Islas Canarias. Por otra parte, existen en las Canarias algunos topónimos y referencias antiguas que hacen pensar en la presencia de alguna especie del género Quercus en las islas (1). Sabiendo con qué libertad se utilizaban antiguamente muchos nombres de plantas, estos indicios no convencieron a casi nadie pero he ahí que el estudio de los sedimentos de un antiguo lago en La Laguna (Tenerife) arrojó unos sorprendentes resultados (2)...




En este diagrama polínico he destacado en rosa dos géneros sorprendentes: Quercus y Carpinus, hoy en día ausentes de las Islas Canarias. Su desaparición es, por otra parte, reciente y con toda seguridad atribuible a la actividad humana. Aunque el estudio palinológico no permite atribuir ese polen a una u otra especie de Quercus, la coexistencia con el carpe me parece muy significativa. Es en efecto el carpe una especie muy exigente en humedad y lo debía ser también, por lo tanto, la especie de roble con la que convivía. Y ya sabemos, tras lo expuesto anteriormente, que existe efectivamente una especie de roble termófila e higrófila en nuestra flora. La conclusión para mí es obvia: el nombre específico canariensis que se dio a esta especie no es fruto de ningún error. Esta especie (así como el carpe) estuvo con toda probabilidad presente en las Islas Canarias hasta hace muy pocos siglos...

Sorprendente, ¿ no ?

Por cierto, es el roble canario una especie con un brillante porvenir si hemos de creer los modelos desarrollados para predecir la evolución de nuestros ecosistemas a consecuencia del calentamiento global...





Distribución potencial del quejigo andaluz (Quercus canariensis) en el horizonte 2100 (Felicísimo, Á.M.; Muñoz, J.; Villalba, C.J.; Mateo, R.G. (2010) / Impactos, vulnerabilidad y adaptación al cambio climático de la flora española. / Universidad de Extremadura, Real Jardín Botánico (CSIC), Oficina Española de Cambio Climático. / Licencia: Creative Commons).


Bibliografía

(1) Salas Pascual M & Cáceres Lorenzo M.T. (2000) / Datos históricos de la presencia de fitónimos relacionados con el género Quercus en Canarias / Vegueta, No. 5, pp. 341-347

(2) de Nascimento L. et al. (2009) / The long-term ecology of the lost forests of La Laguna, Tenerife (Canary Islands) / Journal of Biogeography, Vol. 36, pp. 499–514



Addenda

Buscando información en internet acerca de la posible presencia del quejigo andaluz en las Islas Canarias, he encontrado este interesante libro:

Letters from the Canary Islands / D.J. Browne / Boston : G. W. Light / 1834

En él, el autor describe así la vegetación del segundo piso de vegetación que reconoce en la isla de Tenerife:

The second zone commences at an elevation of about 3,000 feet above the ocean, and includes nearly all the sylvan tracts that the island affords. This region, constantly irrigated by clouds and springs, presents a scene of perpetual verdure. Lofty forests of the chesnut, the pine, the laurel, and the oak, crown the hills, intermingled with the visnea, the olea, the myrica, the sideroxylon, the arbutus, the juniperus, and a vast quantity of ferns. It is in this region that we find the golden campanula, the chrysanthema, the hyperica, and a number of aromatic plants.

Además de citar expresamente la presencia del roble (oak), en la siguiente página da una información mucho más precisa acerca de la especie de roble de la que se trata y de su ubicación:

Quercus canariensis, Montana de Tagayga.
Approximate elevation above the ocean: 4,000 feet


Pues nada, si algún día voy a Canarias, ya tengo programada una pequeña visita a esa zona. Quien sabe si no nos llevaremos una sorpresa...





Actualización 01/02/2017


La presencia de alguna especie de roble y del carpe en las Islas Canarias puede resultar algo difícil de entender si lo analizamos teniendo en cuenta la repartición actual de esas especies. Tenemos cierta tendencia a asumir que la proveniencia de las especies que pueblan las Islas Canarias es el continente europeo olvidándonos que durante buena parte del Cuaternario el norte de África y el Sáhara estuvieron cubiertos por un manto de vegetación mucho más rico y variado que lo que nos imaginamos. Más sorprendente aún resulta la composición florística de los bosques que cubrieron los principales macizos montañosos de esa zona. Estudios palinológicos llevados a cabo por equipos franceses a finales de los años 60 demostraron que las montañas del Hoggar, por ejemplo, estuvieron cubiertas por un bosque constituido por especies que hoy en día hay que ir a buscar en el E de Europa, el Cáucaso y el N de Irán: Zelkova, Ulmus, Pterocarya (cf. fraxinifolia), Platanus (cf. orientalis), Ostrya, Alnus, Corylus, Picea (cf. orientalis), Taxus baccata, Tilia (cf. rubra), Castanea, Aesculus, Juglans. Más al norte, en el valle de la Saoura, cerca de Mazzer, los análisis polínicos pusieron de manifiesto la presencia de taxones bastante similares acompañados de elementos típicamente mediterráneos: Pterocarya, Juglans, Ostrya, Platanus orientalis, Aesculus, Carpinus betulus, Carpinus cf. orientalis, Zelkova, Ulmus, Fagus, Corylus, Alnus, Tilia, Taxus, Pinus, Olea, Fraxinus, Celtis, Quercus ilex, Cupressaceae, Rhus. La presencia de una especie de roble y del carpe en las Islas Canarias parece mucho más lógica y probable teniendo en cuenta esta información.





2 comentarios

  1. Hola Yurakuna. Soy Marcos Salas, uno de los autores del artículo que cita en esta entrada. Gracias por esa nueva referencia de D.J. Browne, no la conocía. Es curioso que en ese mismo párrafo cita otra de las incógnitas florísticas de Canarias, la campánula dorada, que siempre he creido que puede tratarse de Musschia aurea, hoy considerada endémica de Madeira. Volviendo al caso de Quercus canariensis, quizá la llave de este misterio se encuentre en el material original que Broussonet recogió y envió a Europa. Un estudio de los epífitos o el polen que puedan encontrarse en esos pliegos, podrían dar pistas esclarecedoras. ¿Usted sabe en qué herbario puede encontrarse ese material con el que se describió la especie? Un cordial saludo.

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